sábado, 30 de abril de 2016

Lágrimas de Orgullo, Lágrimas de Felicidad

El año pasado mi hija tuvo su primer grado. En esos momentos uno cae en cuenta que no importa si se gradúan de la pre-ante-primaria o de triple-post-doctorado en agricultura neo espacial, el verlos con su toga y su birrete representa un muy grande y positivo impacto para uno. Uno en ese momento recuerda toda la vida, la corta vida, que en ese instante se hace infinita, por la que se ha pasado con su bebé. Y obviamente, en la medida en que se van graduando de escalas superiores, pues son más vivencias que se recuerdan y es mayor el nudo que se forma en la garganta. En medio de esa pléyade de emociones, el acto lo comenzaron con el himno Gaudeamus Igitur. Me imagino que la idea era darle solemnidad al acto, como en efecto se busca con este himno cuando se toca en distintas instancias académicas en el mundo, sin embargo, me causó un poco de gracia imaginarme a esos niños cantando una estrofa que forma parte de esa canción y cuya traducción sería:

Realmente, ese himno creó el ambiente académico de solemnidad que requería el momento.


En mi caso, aparte de recordar todo lo vivido con esa criaturita que se estaba graduando, recordé también los días de la Universidad. Y por supuesto fué incrementándose el tamaño del nudo en la garganta... De esos recuerdos que fueron surgiendo, uno que tengo muy claro es de una oportunidad en que mi papá, en medio de un acto donde cantaron el Himno de su Universidad (la Universidad Central de Venezuela), el se paró y estando sólo les gritó a todos quienes habían egresado de la UCV y estaban presentes en el acto "párense carajo que ese es el himno de su Universidad!". Eso se me quedó grabado porque reflejaba el orgullo que sentía él de su Universidad. Seguramente en ese momento, escuchando ese Himno, recordaba tantas cosas vividas en ese mágico período en el cual uno vive lo que es ser un Universitario. Esa imagen, ese orgullo, me acompañó y acompaña aún, lo cual creció cuando me tocó vivir el momento de vivir el Himno de Mi Universidad.


Y entre esos recuerdos, llegaron los de mi vivencia en la Universidad. Mientras veía a mi hija en su acto, recordé mucho de lo que es para mí el haber estudiado en la Universidad de Los Andes. La familia, los amigos, los triunfos y fracasos. Y, por supuesto, ese momento en el cual se aferra al corazón el Alma Mater, el pináculo de nuestra vida al menos hasta ese instante, como lo es el Acto de Grado. En ese momento, estando en el Aula Magna, cuando se escucha el Himno de la Universidad, se vienen de golpe todos los sentimientos que puede uno tener juntos. Ese mismo sentimiento, mas todos los años que habían pasado desde mi egreso hasta el momento en que presenciaba el primer grado de mi hija, lo sentía allí, y por supuesto que no pude evitar que salieran las lágrimas. Era demasiado...



Tan sólo imaginarme el momento en que mi bebé esté en un Aula Magna, hace que sienta lo mismo que sentí en ese primer grado que tuvo. Le falta mucho tiempo aún, pero tiene todo el camino adelante y por supuesto el apoyo incondicional de su papá y su mamá para transitarlo. Vendrán victorias y fracasos, pero al final, serán todos parte de su historia...